MAURITANIA, EL PAIS DEL DESIERTO

Cuando cruzas por primera vez la frontera de Marruecos con España, uno experimenta una serie de sensaciones, las que genera de pasar de un país más rico a uno más pobre. Quizá sea esta misma sensación la que viví al cruzar Marruecos hacia Mauritania. 

El simple hecho de atravesar los tres kilómetros de tierra de nadie por una desastrosa pista plagada de esqueletos de vehículos, donde son desmontados y vueltos a montar sobre otro chasis legal, no te deja indiferente. Debes armarte de paciencia en realizar todos los trámites o dejarte asesorar, como hicimos nosotros por nuestro "Agente de Aduanas!, que por una comisión pactada evita perder horas muertas entre burocracia. Leímos que el visado se podía sacar en la misma frontera, pero viendo como funciona todo aquí, nos alegramos de haber pagado los 120 € en la embajada de Madrid.

Mauritania es un país áspero, y aunque se que no es justo juzgarlo como lo hago, ya que lo hemos atravesado en solo dos días, acostumbrado al cómodo Marruecos, aquí todo parece menos fácil...y mucho más caro!!,  Con más de 1.000.000 de km2, prácticamente desértica en su totalidad y un Gobierno corrupto, los recursos del país, pesca y minería y una ganadería de subsistencia dejan a sus habitantes pocas opciones para salir adelante.

El paso por Mauritania ha estado marcado por la visita a sus dos ciudades más importantes, Nuadibu y Nuakchot, la capital, separas entre si por cientos de kilómetros de carretera solitaria y desértica, en la que era vital encontrar una estación de servicio con 95. Este día el calor hizo mella y suerte que no hubo problemas con el repostaje. Las distancias que hemos cubierto por las carreteras del desierto superaban los 500 km

 Paso fronterizo con Marruecos:

Tren minero que puede llegar a portar cientos de vagones con una longitud de más de 2 km

 Barcos encayados en la bahía de Nuadibu